Las pinturas al pastel de Dariusz Twardoch son absolutamente mágicas; cada una de sus imágenes es la historia de unas marionetas que adoptan vida propia, cuando deciden abandonar a su titiritero.
En realidad son un pretexto para hablar del ser humano, de sus sueños y emociones, como el amor o la soledad.
Bajo la observación de la vida cotidiana ordinaria, pero constantemente sorprendente, llevan al espectador a un mundo donde todo es capaz de elevarse por encima de la ciudad y crear una estrella.
Nos recuerda que en la vida adulta se pueden y se deben tener sueños de niños.
Decoraría estas paredes con todas sus ilustraciones, pero ni debo, ni puedo. Las tenéis todas en su página. No dejéis de visitarla. Pero, cuidado! que os atrapa!!
Las encontró "el Tío Saín"